jueves, 22 de septiembre de 2011

No he dormido bien...



He pasado mal la noche. Antes de acostarme estuve pendiente de las últimas noticias que daba EL PAÍS. Necesitaba saber, si una vez más, se atrasaría la ejecución de Troy Davis.
Me acosté sin tener noticias, es cierto que en los titulares de la mañana hacían mención al suceso, pero  a lo largo de la jornada no encontré más información.
A las 6.15 h estaba levantada, es mi hora habitual de hacerlo. Lo primero que hice fue encender el ordenador, con el ánimo de que no hubiera sucedido lo que tanto temía. A medida que leía la noticia, una gran angustia me iba invadiendo, esta vez lo habían ejecutado, y además, el artículo decía que en el coctel de barbitúrico suelen poner anestésico, pero como no tenían del habitual, le han puesto uno que utilizan para animales. Me he quedado fría, indignada, triste de ver que todavía en el siglo XXI existan estas cosas.
Quería hablar con alguien, necesitaba hacerlo. En casa todos dormían. He salido a la calle y he mandado un mail a un amigo, que sé que comparte conmigo el rechazo a la pena de muerte. El mensaje decía: “Esta madrugada han ejecutado a Troy Davis.”

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