Durante el día activa, emprendedora, líder, segura de sí misma, con ganas de trabajar y satisfecha con lo que hace.
Por la noche, triste, melancólica, sin fuerza, nostálgica, sin ganas de seguir adelante y con su mente en el pasado.
Dos personalidades muy diferentes en un mismo ser. Un desequilibrio para ella, quiere aceptar las cosas como han sucedido y no puede dejar de pensar en todo lo que últimamente le ha afectado negativamente.
Por la mañana piensa que el tiempo juega a su favor, y por las noches se da cuenta que el tiempo no pasa, que las horas son muy lentas, y que su agonía no acabará nunca.
Quiere volver a ser la misma persona, independientemente de la hora de día que sea, pero no puede, sigue viviendo su duelo y necesita que acabe de una vez.
Todavía está en la primera fase del duelo; la negación. Esta primera barrera defensiva la lleva a decir y sentir: no quiero, no puede ser, debe de ser un error. La persona se convence de que ha habido una equivocación.
Quiere pasar esta etapa, pero de momento le es imposible
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