Y comencé a notar un nudo en la
garganta, mientras le escuchaba que no quería tener que decirme un día,
que tenía una mancha en el pulmón.
Primero una lagrima por mi rostro,
dos, tres, hasta que cuando hable, ya no caían lágrimas, ahora lloraba
desconsoladamente.
No era una justificación, pero si
un motivo por el cual seguía fumando y no me veía capaz de dejarlo.
Él lo entendió, aunque, no lo justifico.
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