Era la primera vez que te veía,
no esperaba encontrarme con una persona joven, pensé cuando me llamaron desde
la asociación a la que pertenezco, que era un acompañamiento al hospital de una
señora mayor.
Nada más montarnos en el metro
camino para el hospital Vall d’Hebron, comenzamos a congeniar, note que eras
una persona muy culta y tu conversación bastante agradable.
Tímidamente fuiste dando
pinceladas del motivo por el cual habías pedido una acompañante para el
hospital. Íbamos a que te viera una oncóloga amiga de la presidenta de la
asociación y necesitabas estar acompañada. Buscabas una solución para tu enfermedad,
ya que, en el hospital de Tarragona, te habían dicho que no podían hacer nada
por ti.
No tardamos mucho en entrar a la
consulta, y la doctora al ver las pruebas que traías te dijo:
-
¿Sabe usted lo que tienes?
Le respondiste que sí.
A partir de ese momento, ya no
escuchabas a la doctora, ella te explicaba lo complicado de tu enfermedad y tu
pedías una y otra vez que te hicieron algún tratamiento, que tenías muchos
planes, que sabías que saldrías adelantes, que te ayudara para poder seguir
viviendo.
Una situación muy muy triste,
hablabais en idiomas diferentes. No querías oír nada, solo querías firmar el
tratamiento que estaba en fase de prueba.
El martes después de una analítica
determinarán si entraras en ese nuevo proyecto.
Amiga, solo te he estado 3 horas
contigo, y has dejado huella en mí. Espero de todo corazón, que puedas hacer
este tratamiento pionero y que realices dentro de un tiempo todos los proyectos
que tienes.
¡Mucha fuerza!
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