Son las 8,30 de la mañana de un
frio día, los alumnos ya han entrado al centro, y en la puerta hay dos hombres,
tocan el timbre y entran, piden permiso para poder quedarse sentados mientras abre
el polideportivo que está en frente del instituto donde trabajo.
Me explican que hace mucho frio y
que aquí estarán resguardados. Su forma de hablar y caminar denota una
anomalía, imaginó su problema, pero no les pregunto nada.
Estoy sentada al lado del
contenedor donde los alumnos y sus familiares depositan ropa de segunda mano,
que luego enviamos a una asociación, que invierte el dinero de la venta en
becas comedor para niños.
Estoy clasificando la ropa, y me comentan
que necesitarían un café, tienen frio y quieren entrar en calor.
Mi reacción ha sido decirles que
tenemos una máquina de café en la planta de arriba y que enseguida les traería
uno. Han intentado sacar dinero de un bolsillo, y al decirles que no hacía
falta, que yo los pagaba, se han quedado muy sorprendidos.
Pronto hemos entablado una
conversación, me han explicado lo que yo había detectado desde un principio, forman
parte del PROYECTO HOMBRE.
Les he comentado que me parecían
unos valientes por afrontar su problema y pedir ayuda.
Uno de ellos me ha dicho, que no
están acostumbrados a que las personas le hablarán como yo Me han agradecido que
los tratara como a personas normales.
He sentido pena cuando han
pronunciado la palabra NORMALES.
Una profesora aprovechando que
entraba a un despacho me ha recriminado que estuviera hablando con ellos, según
su parecer, era un peligro que personas como ellos estuvieran en un lugar donde
había 300 jóvenes. Mi reacción ha sido decirles que estaban conmigo y que no
pasaba nada.
Una larga conversación seguida de
un regalo de una cazadora de piel a uno de ellos ha sido el desenlace de una
bonita experiencia.
Me he sentido bien al lado de
estas dos personas. SUERTE!
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