Una tarde del mes de agosto, en una ciudad
vacía al igual que el piso donde vivo, todos están de vacaciones...
En casa no hay nadie, estoy sola, y
siento miedo, sí, ese sentimiento desagradable provocado por la impresión de un
peligro real o imaginario.
No es necesario analizar si la causa es
autentica o ficticia, la
siento y eso es lo terrible.
Estoy reguardada en la terraza, la llave
en la puerta con dos vueltas y escuchando música de Dido.
Podría estar leyendo un libro que compré
esta mañana, del que he leído ya 114 páginas, pero por motivos que no vienen al
caso, no soy capaz de seguir ni una plana más. No sé si lo abandonaré o volverá
a ser mi compañero por unos días más.
¿Y si efectúo una llamada telefónica? Seguro
que me sentiré acompañada.
¿Enciendo el televisor y busco una película
que me haga sentir tranquila?
¿Trabajo?
Podría aprovechar para organizar mi
escritorio.
Mejor pondré en orden mis pensamientos...
No hay comentarios:
Publicar un comentario