Ya no soy la misma, la vida me
tuvo que dar un tremendo golpe, para que reaccionara. Atrás quedaron los
quejidos, las horas compadeciéndome de mi misma, las discusiones cuando algo no
me parecía bien.
Ahora estoy en modo ZEN como dice
mi hija, nada me perturba, evito las discusiones, me alejo de lo que me hace daño,
y sobre todo vivo el momento, que a fin de cuenta es lo único que tenemos.
Tenía que buscar una razón para
tu partida, y aunque ha sido e incluso sigue siendo muy doloroso, ahora tu
marcha tiene un sentido positivo: que tu hija menor se planteara la vida de
otra manera.
Te añoro, mi corazón está vacío y
a pesar de todo estoy serena.
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