martes, 28 de agosto de 2012

sábado, 18 de agosto de 2012

El Dolor....





  
     El dolor me acompaña desde hace bastantes días. Se apodera de mi brazo izquierdo y no me da un respiro. Al principio no le hago caso, pero con el paso del tiempo se ha convertido en un parasito que habita en mí.
Comparte conmigo todos los acontecimientos de mis últimos días, se empeña en no dejarme tranquila, me impide vivir relajada, y lo más duro es que cuando creo que se ha marchado, reaparece y continúa a mi lado.
Necesito encontrar una estrategia para ganarle la partida, y me resulta imposible. Es mucho más fuerte que yo, más poderoso, más insistente...
¡Eres perverso ¡
¡Aléjate de mí!, ya has habitado en mi cuerpo demasiado tiempo, dame una tregua, intentemos llegar a un pacto...
Es cierto que no puedo evitarte, sin embargo no me voy a rendir. Quédate si a si lo quieres, pero te advierto que  mi elección será no sufrirte.

domingo, 12 de agosto de 2012

Yo confieso...


   Los que me conocen saben que me gusta mucho leer. No soy precisamente una lectora de temas muy profundos, pero sí que selecciono los libros que  formaran parte de mi vida, y les pido que me aporten algo.
   
   No suelo dejarme llevar por “best seller”, es mas casi podría decir que huyo de ellos, de la misma manera que me escapo cuando veo un libro con un sinfín de páginas.
Intento que no caiga en mis manos un libro que me enganche desde la primera página, ya que no me gusta estar pegada a él, me agrada ser libre para leer incluso dos libros a la vez, cosa que me impediría hacer si el libro me atrae desde la primera hoja.
    
   Ahora que os acabo de explicar un poco qué tipo de lectora soy, voy con mi confesión:
He caído en las redes del Sr Grey.
Ayer compré “Cincuenta Sombras de Grey”, el primero de la famosa trilogía de  Erika Leonard James.
¿y?.........
Libro que cumple todos los requisitos para no haberlo adquirido, pero......
Cuando me encontraba en la página 114, estuve a punto de abandonarlo, pero por algún misterioso motivo, esta mañana me levante y sigo leyéndolo con una precipitación impropia de mi.

sábado, 11 de agosto de 2012

Dos años sin ti, Antonio.


    Todo este tiempo he notado tu ausencia en el “insti”. Cuando nos dejaste, la directiva movió las mesas de lugar, tu despacho ya no es como tú lo conociste, hubo muchos cambios. Estamos bien, la persona que ocupó tu cargo  es maravillosa, y lo hace estupendamente, pero....yo te echo de menos.

   Me ayudó muchísimo Josep a llevar tu ausencia, después de compartir aquellos amargos días, se convirtió en mi amigo, me ha estado apoyando estos años, pero....yo te sigo echando de menos.

   Viví todas las etapas del duelo, primero me negaba a creerlo, después estaba cabreada, no quería admitir que te hubieras ido, más tarde pasé una gran depresión, lloraba por cualquier cosa, y por último la aceptación, etapa en la que por fin estoy.
Ahora después de dos años no puedo decir que me acuerde de ti cada día, pero....te echo mucho en falta.

Sabes Antonio?
He conocido a muchas personas, he llegado a tener mucha confianza con Josep,  una persona maravillosa,al cual debo agradecerle que estuviera a mi lado cuando tu te marchaste, pero ... tú eras diferente, nuestra amistad fue muy muy especial, hablábamos de todo, nos contábamos las cosas, compartíamos vivencias, me regañabas,nos enfadábamos, pero lo más bonito de todo, es que nos queríamos mucho, como dos grandes amigos, sin ningún otro matiz más.
Antonio, estés donde este yo siempre me acordaré de ti.

¡Tengo miedo!


   Una tarde del mes de agosto, en una ciudad vacía al igual que el piso donde vivo, todos están de vacaciones...
En casa no hay nadie, estoy sola, y siento miedo, sí, ese sentimiento desagradable provocado por la impresión de un peligro real o imaginario.
No es necesario analizar si la causa es autentica  o ficticia,   la siento y eso es lo terrible.

   Estoy reguardada en la terraza, la llave en la puerta con dos vueltas y escuchando música de Dido.
Podría estar leyendo un libro que compré esta mañana, del que he leído ya 114 páginas, pero por motivos que no vienen al caso, no soy capaz de seguir ni una plana más. No sé si lo abandonaré o volverá a ser mi compañero por unos días más.
   
   ¿Y si efectúo una llamada telefónica? Seguro que me sentiré acompañada.
¿Enciendo el televisor y busco una película que me haga sentir tranquila?
¿Trabajo?
Podría aprovechar para organizar mi escritorio.
Mejor pondré en orden mis pensamientos...



lunes, 6 de agosto de 2012

La casa de Ana Frank





    Aquella casa me emocionó nada más pisar el suelo. Pensar que me encontraba en el mismo lugar donde muchos años atrás aquella joven y su familia estuvieron encerradas casi dos años, me turbaba.

      Llegar a la puerta secreta, (un mueble biblioteca) donde se comunicaban las casas fue conmovedor. Subí las escaleras que me llevarían a las habitaciones de  la familia Frank, y ya me había trasladado en el tiempo.
El lugar donde dormía Ana con otra persona más, tenía las paredes llenas de fotos y postales.

«Nuestra pequeña habitación, sin nada en las paredes, tenía hasta ahora un aspecto bastante desolador. Gracias a papá, que ya antes había traído toda mi colección de tarjetas postales y mis fotos de estrellas de cine, pude decorar con ellas una pared entera, pegándolas con cola. Ha quedado todo muy bonito» (Diario, 11 de julio de 1942).

     Las ventanas estaban cubiertas por una especie de cortinas negras, no podían ver la luz, ya que temían  ser descubiertos.

        Sentí angustia  y mucha tristeza al recorrer palmo a palmo la casa.
No pude evitar derramar lágrimas al leer:
"...algún día esta horrible guerra habrá terminado, algún día volveremos a ser personas y no solamente judíos..."