sábado, 11 de agosto de 2012

¡Tengo miedo!


   Una tarde del mes de agosto, en una ciudad vacía al igual que el piso donde vivo, todos están de vacaciones...
En casa no hay nadie, estoy sola, y siento miedo, sí, ese sentimiento desagradable provocado por la impresión de un peligro real o imaginario.
No es necesario analizar si la causa es autentica  o ficticia,   la siento y eso es lo terrible.

   Estoy reguardada en la terraza, la llave en la puerta con dos vueltas y escuchando música de Dido.
Podría estar leyendo un libro que compré esta mañana, del que he leído ya 114 páginas, pero por motivos que no vienen al caso, no soy capaz de seguir ni una plana más. No sé si lo abandonaré o volverá a ser mi compañero por unos días más.
   
   ¿Y si efectúo una llamada telefónica? Seguro que me sentiré acompañada.
¿Enciendo el televisor y busco una película que me haga sentir tranquila?
¿Trabajo?
Podría aprovechar para organizar mi escritorio.
Mejor pondré en orden mis pensamientos...



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